vistiéndonos de sol,
para tener y prestar
niñez del corazón.
Para jugar a inventar
el mundo en una flor
somos dos, somos dos.
La eternidad es hoy,
la eternidad
para cantar
y derrotar al tiempo.
Para cruzar sin temor
el valle y el volcán,
somos dos, somos dos,
enamorándonos,
viviendo sin después
ni adiós, ni olvido.
Para pedirle al dolor
que ya no vuelva más
somos dos, somos dos,
ilusionándonos
por una pequeñez,
un color quizá perdido.
María Elena Walsh - Jairo
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