Venía rápido, muy rápido,
y se le soltó un patín.
A él que era rey de esta jungla
se le soltó un patín.
Su corazón no era un hotel
aunque corría ese rumor
y hoy tiene una entre otras cruces
en este bosque siempre cruel.
Dejó un billete
que pide a gritos que lo gasten.
Como una hoja
derivó en tu mismo turbio río.
Entre amuletos y talismanes
su destino desafió.
Si su nariz crecía de tamaño,
prometía más.
No le robaba nunca nada a nadie,
a nadie en especial.
Ganó un orzuelo de tercer ojo
y su nariz sangró.
No hubo caricias
para su celo moro.
Y ahora mira
crecer las flores desde abajo.
Indio Solari / Skay Beilinson
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